DÍA 04: BRATISLAVA - SIGHISOARA (875 KM):
La visita a Bratislava me trae recuerdos del pasado, aunque como dije ayer esta ciudad se ha lavado la cara y ha perdido aquel aire de suburbio soviético decadente y ahora el centro ciudad tiene calesas turísticas, guías, chiringuitos de souvenirs y demás parafernalia que cualquier capital europea que se precie debe de tener sí o sí.
El castillo desde arriba, aún siendo enorme, no es tan espectacular como desde abajo.
El nuevo puente
Saliendo...
Ayer surcando las carreteras por la noche pasé de comprar la vignete eslovaca y hoy me falta todavía cruzar un cacho de país. Esperemos que no me pillen y me crujan la multa. De momento sólo llevo la austríaca pegada a la cúpula.
Llego a Hungría sin problemas y (sí, no sufráis más.. jajaja) me saco la vignete para atravesar el país por autopista sin problemas. No dan adhesivo sino un recibo por si la "Polizei Control". Pues vale, lo que tú digas...
A medida que me voy acercando a Budapest se me hace irresistible entrar en ella a pesar de que la conozco de sobras (por ejemplo pasé en el Cucodesafío08) y es que Budapest siempre apetece. Los húngaros son una gente que uno se imagina con un libro en el bolsillo dejando pasar las horas reflexionando o dialogando educadamente y sin sulfuros sobre el ser y el devenir universal y la nimiedad humana mientras juegan al ajedrez y se oye un violín de fondo arrancar unas viejas notas en cualquier rincón de un parque anodino.
Son (o yo los veo así) melancólico-adictos a la par que amantes de la cultura y eso para mi es atractivo porque esas cosas siempre se notan en el amor que le ponen a cuidar de sus cosas. La primera vez que estuve aquí, a pesar de que la segunda guerra mundial era un recuerdo muy muy lejano, la verdad es que tampoco hacía tanto que Hungría se había desecho por fin del yugo soviético que le tocaba por estar en el lado equivocado del telón de acero...
La cuestión es que uno venía de ver Viena y maravillarse por el fasto y brillo austríaco de sus palacios como por ejemplo el de Sisí (Schönbrunn) y al llegar a Budapest, cruzada por el mismo Danubio y formando parte en su día del mismo imperio austro-húngaro, la conservación de sus monumentos no tenía nada que ver y no era difícil apreciar en edificios como el impresionante Parlamento todavía las marcas de balazos en sus fachadas.
Una vez más hoy día la cosa ya ha cambiado y la prosperidad húngara ha permitido que Budapest sea por mérito propio una capital que vale la pena visitar empezando, como no, por el inevitabe puente de las cadenas que une Buda y Pest.
La estampa típica de la cıudad es la que se yergue abrazando el Danubio que por cierto a su paso por aquí sí que es un río de ancho apreciable (no como en Viena).
El Parlamento, ahora ya sí restaurado.
Plaza de los Héroes.
Los famosos baños de Budapest, ahora en verano simples piscinas, pero en invierno sus aguas termales entre obras de arte han de tener su puntillo. Ya tengo un motivo para volver...
Sí, es un arbol visto desde abajo, es lo que veía cuando me ha dado la pájara y he tenido que parar un rato a echar una cabezadita en un parterre.... jajaja.
El resto de la tarde ya lo invierto en llegar y pasar sin problemas la frontera Rumana (a estas alturas todavía nadie me ha parado para pedirme los papeles de la moto ni el pasaporte... esto de la Europa unida es brutal).
Por casualidad paso por un pueblo donde parece que toda la Mafia Rumana con un gusto discutible cuanto menos está haciendose el chalecito....
La noche me cae peleándome con las carreteras transilvanas que atraviesan cientos de pueblecitos con sus carros tirados por caballos, sus mujeres con el fardo de heno a la espalda y sus niños (y sus animalillos sueltos diversos) que saludan a mi paso.
Destino de hoy: Sighisoara, al que llego pasadas las 12. Los últimos kılómetros que hago absolutamente sólo por aquellas carreteras sin ni siquiera las líneas dibujadas me hacen imaginar que una sombra me sigue desde el aire, como un aura fantasmal que me observa entre curioso y hambriento de mi sangre... jajaja.
Efectivamente, no sólo estoy en Transilvania sino que como sabéis que me va la marcha me apetece pasar la noche en la ciudad natal de Vlad Tepes Draculea, el Empalador, el Noble transilvano cuya crueldad legendaria inspiró la novela de Drácula.
En mi hostal (Burg Hostel - 13 leros) que por cierto está a unos 50 metros de la casa natal de Drácula, me toca de nuevo una habitación doble para mi sólo en una buhardilla. Perfecto, aunque por la noche decido cerrar las ventanas porque son de un tamaño considerable y pasaría un vampiro entero...
Por cierto, como véis arriba al principio, antes de dormir y a pesar de la hora no resisto la curiosidad de acercarme a la casa de Drácula y hacerme una selfie, momento en el que aprecio con notable horror que le dejan la ventana abierta para que entre y salga a su voluntad.... jajaja.
Mañana más.
Km hoy: 875 km
Acumulados: 3549 km
Media/día: 887 km
Hemos estado en 11 países (en 4 días...)
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